En este post te voy a hablar sobre cómo puedes identificar a un mal líder para no convertirte en uno de ellos y cometer sus mismo errores.

Liderar correctamente un equipo de trabajo es uno de los factores más importantes para conseguir todos los objetivos establecidos, como por ejemplo, la implementación herramientas lean manufacturing. Además, un buen líder mantiene a su equipo motivado y crea un buen ambiente laboral.

Sin embargo, el liderazgo es algo muy subjetivo. Cada uno de nosotros tiene una imagen en su cabeza de cómo debería ser un buen líder y no siempre, la imagen que queremos transmitir hacia nuestro equipo de trabajo, no es la que los demás tienen de ti.

Todos hemos coincidido alguna vez con un mal jefe (seguro que al leer esta frase te ha venido a la mente) y por eso, a continuación vamos a ver las características que te pueden convertir en un mal líder, para que si consideras que estás haciendo alguna de ellas, la evites a partir de ahora y puedas mejorar la relación tu equipo y conducirlos al éxito.

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Características de un mal líder

Vamos a ver qué características suelen tener las personas que son considerados malos líderes.

No están en ningún orden de prioridad específico. La importancia que tú le des a una o a otra va a depender de ti y de tu situación actual.

Falta de empatía

La empatía tiene que ver con ponerse en el lugar de la otra persona y es una habilidad fundamental para un buen líder.

Si no tienes la capacidad de ser empático, va a ser muy difícil que te puedan considerar un buen líder, ya que nunca vas a tener en cuenta la opinión de tu equipo cuando quieras que se lleve a cabo alguna acción o cuando quieras influir en ellos de manera positiva.

Siempre va a estar pensando primero en lo que a ti te interesa y no poner atención en las necesidades de las demás.

Así que, si éste es tu caso, te recomiendo que hables y te relaciones más con tu equipo, conóce las virtudes y defectos de cada uno y juega con eso para dirigirlos en el mejor camino para el bien de todos.

Miedo al cambio

En los malos momentos, cuando las cosas no van bien o cuando se avecinan cambios, es normal tener miedo. El problema es que no lo puedes controlar.

No existe el líder valiente que no tiene miedo a nada. Todos los líderes, por ser personas tenemos miedo algo y el miedo al cambio es algo muy normal, pero el problema es cuando este miedo hace que todo lo bloquees y evites que las cosas cambien porque no quieres salir de tu zona de confort.

Cuando tú ya estás en una posición de liderazgo es muy probable que tenga que tomar decisiones difíciles en lo que se respecta al trabajo, o a ciertas personas y si no estás dispuesto a tomar esas decisiones por el cambio que pudieran representar, es cuando puedes mostrar un signo de debilidad.

Si tienes que gestionar un cambio, debes hacer ver a tu equipo que las decisiones que tomas son por el bien de la empresa y que no hay nada personal contra ellos. El primero que se tiene que adaptar al cambio eres tú y transmitirle a tu equipo que tus decisiones son las correctas.

Además, los líderes que no saben adaptarse a los cambios, dejan de ser valorados por los altos cargos de la empresa y poco a poco se van quedando atrás. Es por eso que debes aprender a controlar el miedo al cambio y mostrar a la empresa que eres una persona en la que se puede confiar, tanto a altos cargos como a tu equipo de trabajo.

Ceder demasiado en tus decisiones

Probablemente has conocido a muchas personas que caen en esta característica y tal vez eres una de ellas.

Si eres una persona que cede demasiado es muy probable que nunca puedan lograr los objetivos que te estás proponiendo.

Cuando tú cedes, por lo general es una indicación de que no te gusta el conflicto, de que no te gusta tener una discusión abierta sobre algo que se quiere lograr con otra persona que piensa de manera diferente.

Por ejemplo, vamos a suponer una negociación entre el director general y los responsables de departamentos, donde el director, por la preocupación de no tener una discusión abierta con su mismo grupo de subordinados, cede a lo que ellos están pidiendo, aunque esto no tenga nada que ver con el beneficio de la empresa.

Esto provoca que este director, que debería tener un liderazgo fuerte, se vea completamente débil, ya que no tiene la capacidad de marcar las pautas y sobre todo llegar a una situación ganar-ganar.

Cuando cedes demasiado, por lo general la situación a la que llega es a perder-ganar: yo pierdo y los demás ganan.

Ya sea por caer bien a los demás o para evitar un enfrentamiento directo, si tú eres de la clase de personas que siempre le da la razón a los demás, tienes que analizar qué esto te puede hacer ver como un mal líder.

Ser demasiado autoritario

Por otro lado, existen los las personas que son demasiado autoitarias y esto tiene que ver con aquellas personas que creen que para poder mostrar como líderes fuertes, tienen que decirle a todos exactamente lo que tienen que hacer en todo momento y si alguien lo hace mal, se lo tienen que restregar en la cara en el instante.

Esto es de las peores cosas que puedes hacer. No puedes ir con la actitud de «aquí mando yo».

Una cosa es que tú tengas estés en una posición de liderazgo  y tengas que influir en los demás y otras cosa muy diferente es que para lograr eso, tengas que sacar el látigo y poner a pegarle a todo el mundo para que hagan las cosas.

Tienes que tener muchísimo cuidado en cuál es el enfoque que le das a las personas para que puedan lograr sus objetivos. Tener disciplina es algo bastante bueno y ser hasta cierto punto estricto con la gente no tiene nada de malo, pero tienes que ver que hay una línea muy delgada entre ser una persona con mucha disciplina y estricto y ser alguien que constantemente está presionando para que se hagan las cosas.

Eso no te va a hacer ver cómo un buen líder, sino todo lo contrario. Va a hacer que la gente se enfade contigo y no se encuentre cómoda trabajando a tu lado.

Ser indeciso

Seguro que también has coincidido con personas a las que les cuesta tomar una decisión, que son demasiado indecisas.

No importa si es la decisión es grande o pequeña, si se trata de a dónde se va a ir a comer o si es una decisión que tenga que ver con el empleo de varias personas o que de tu decisión esté en juego mucho dinero, tienes que ser una persona que tome decisiones rápidas y no ser indeciso, porque si dudas en tus decisiones, los demás pueden ver que tienes miedo a las consecuencias y que prefieres que los demás te digan lo que se tiene que hacer.

Pero no te confundas. No te estoy diciendo que tienes que tomar la decisión lo más rápido que puedas, porque esto por supuesto que te puede llevar a cometer ciertos errores, pero lo que sí tienes que hacer es analizarlo rápido y decir cuál es su punto de vista lo más rápido que puedas.

Que sepan que tú, como líder, sabes qué es lo que quieres y que es lo mejor para tu equipo.

No conocer la forma de ser de los integrantes de tu equipo

Normalmente, cuando empezamos a trabajar con un grupo de personas, no las conocemos a fondo de manera personal y esto nos lleva a que tenemos que ser muy hábiles en cómo analizar la forma de ser de esas personas con las que vamos a trabajar, para poder determinar cuál es la mejor manera de interactuar con ellas.

No podemos llegar con un perfil ya preestablecido de que este tipo de persona es la que nos gustaría que fuera, porque lo más probable es que casi ninguna de ellas encaje.

Cada uno de nosotros somos diferentes y por tanto, debemos analizar muy bien cuáles son las características de cada uno, cómo piensan o cuáles son sus valores, para poder llegar a determinar una mejor manera de trabajar con ellos.

Poco a poco, con el tiempo, debes ir conociendo más a cada uno y te será más fácil influir en ellos.

Rodearte de personas sólo porque te caigan bien

Ahora bien, si tienes la opción de poder seleccionar a las personas con las que quieres trabajar, uno de los peores errores que puedes hacer es rodearte de amigos, ya sea porque les debes favores o porque tienes miedo a que te rechacen si no quieres trabajar con ellos.

Tienes que enfocarte en rodearte de personas que te pueden llevar al éxito.

Es muy diferente decir rodeado «personas que te lleven al éxito» a «personas que te caiga bien». Tienes que pensar en las aptitudes de las personas que te van a ayudar a cumplir con el objetivo que se está planteando, más allá de sus habilidades sociales y su forma de ser.

Una cosa es el trabajo y otra cosa es lo que puede llegar a tener una relación personal fuera de éste.

Falta de humildad

Si crees que eres el mejor y que eres el único que hace las cosas bien, te falta humildad.

Como líder, tienes que confiar en que las demás personas son capaces también de hacer un trabajo tan bueno o incluso mejor de lo que tú lo puedes hacer, porque si crees en lo contrario, que todos los demás necesitan ayuda porque no son tan buenos como tú, lo que va a pasar es que vas terminar haciendo el trabajo de los demás.

Tienes que confiar en las personas, saber que todos tienen habilidades y características diferentes y  si les ayudas a que exploten todas las habilidades, vas a poder delegar tareas, de tal forma que te sientas tranquilo de que el resultado se va a lograr.

Por otro lado, es muy difícil trabajar con personas prepotentes que hacen sentir inferiores a los demás.

Sé humilde y piensa que siempre puedes aprender de cualquier persona.

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